viernes, 5 de agosto de 2011

"Lagrimitas" en su alma y en su cara

Kelvin Mendoza Casierra tiene ocho lágrimas tatuadas en sus mejillas.
Cuatro de cada lado. Una por cada tragedia que le ha tocado vivir. Sobre su frente hay dos venas tatuadas: representan el sufrimiento, coraje e impotencia.
Cinco muertes, la violación de su hermana y la separación de sus padres le llevaron a marcar su rostro para siempre.
En una de las bancas del parque Mamey recuerda fragmentos de su vida. Acababa de cumplir los ocho años y el mundo era un eterno juego de niños. Kelvin junto a cinco amigos hizo la promesa de convertirse en cantantes de rap y tatuarse la cara apenas cumplieran los 15.




Rafael, Cristhian, Raúl y Jorge eran amigos de barrio y de escuela. Con Kelvin juraron hacer historia y ganar fama y fortuna con su música. Contrario a lo que esperaban sus padres, no soñaban
con ser doctores ni abogados.
Recuerda que los cinco eran inseparables, jugaban y salian juntos. Hasta construyeron una casa en un árbol en la cancha Lagul de la ciudadela Eudoro Bermeo, cerca del paseo Shopping en Portoviejo.
El sueño de ser cantante era grande, tan fuerte que Rafael nunca les dijo a sus amigos que tenía cáncer por temor a ser rechazado. La mañana de un martes de marzo del 2003, el padre de Rafael realizó varios exámenes a su hijo, pero el resultado fue fatal. El pequeño tenía cáncer al estómago y la enfermedad estaba en su etapa terminal. Dos días después Rafael falleció.
El grupo se estaba desintegrando, pero la promesa seguía más viva que nunca.
La muerte de uno de sus mejores amigos golpeó el corazón de Kelvin porque no le gusta que sus padres le llamen la atención.
Acababa de cumplir los ocho años.
Un año después, febrero del 2004, justo el día de su cumpleaños, Raúl murió. Él había nacido con Sida y sus padres no lo detectaron a tiempo. Kelvin nunca lo supo hasta el día de su sepelio.
Por entonces Kelvin cumplía los 11 años, pero sus inquietudes estaban muy lejos de ser las de un chico de su edad. Un año después Kelvin probó por primera vez el sabor de la marihuana y empezó a robar.
Mientras tanto, el padre de Cristhian decidió llevarlo hasta Guayaquil, cambiarlo de
escuela para que se relacione con nuevos amigos. Ahora sólo estaban Jorge y Kelvin.
Ambos continuaban firmes en su promesa: tatuarse la cara y ser tan grandes como Eminem, llenar estadios, escuchar a miles de voces coreando sus canciones una y otra vez, visitar países y que la gente lo reconozca tanto como para pedirle autógrafos y fotografiarse junto a ellos. Sin embargo, el
destino le tenía preparado otra historia.
Era octubre del 2006. Kelvin se encontraba parado en una esquina del paseo Shopping de Portoviejo. Un auto gris se estacionó cerca de él y en la ventana trasera estaba Cristhian. Había regresado a la ciudad. La emoción fue inmensa, el adolescente salió del carro, pero otro vehículo le impidió observar que un camión viajaba a gran velocidad y justo en el momento de darle el abrazo asu amigo, el camión lo atropelló.
Murió de contado. Esta escena aún se aloja en la mente de Kelvin. Sus ojos se tornan brillosos cuando lo recuerda.




El grupo que al inicio había hecho la promesa se desintegró. Cumplió los 12 años y las ganas por estudiar en el colegio Olmedo habían desaparecido.
A esa edad los problemas de sus padres Mauro y Gioconda afectaban el estado de ánimo del mayor de sus tres hijos.
Ingresó al mundo del vandalismo, conoció a un colombiano que le enseñó el oficio de "traficar". Le tocaba moverse en distintos sectores de Portoviejo, los consumidores lo identificaban y le compraban "mugas", pequeñas porciones de marihuana. Creyó que había conseguido todo, dinero,
respeto y fama, pero se equivocó. Se olvidó de la promesa y de las ganas de hacer música.
Su madre asegura que su hijo es un "loco". Pero lo ama como toda madre asu hijo. "Yo respondo por mi hijo de la puerta de mi casa hacia dentro", dice.
El 4 de Julio del 2006, es un día que ninguno de los integrantes de esa familia quiere recordar. Los ojos de Gioconda se tornan brillosos.
Dialogamos:
- ¿Qué pasó en esa fecha?
- Ese día mi hija fue violada, respondió.
El silencio llegó ala sala de la vivienda hecha de bloques en la ciudadela Comercio, vía a Manta.
Eran las 14hoo horas y la pequeña de ocho años le pidió permiso a la mamá para ir a la casa de su tío. "Lo quería mucho", susurra.
-Yo la estaba llamando y la mujer del tío me dijo que estaba jugando. Me quedé dormida y cuando desperté encontré a mi hija en el baño, con la ropa sucia de sangre.
Por un momento la mirada de Kelvin se pierde en el tiempo.
-¿En qué piensas? -le pregunté.
-Eso no se va aquedar así -contestó.
-Tranquilo mijo que arriba hay un Dios y él se encargará de hacer justicia -aconsejó su madre.
-Él no va hacer nada, replicó Kelvin.
El mundo del hampa poco apoco se apoderaba del joven que soñaba ser un cantante.
Cambió los micrófonos por un revólver, las letras de las canciones por los paquetes de droga.
"He contado cosas que mis padres no saben y que se van a enterar cuando se publique este reportaje", dice.
"Mi madre es tan bacana que un día estaba en la casa, ella en la cocina y yo en la mesa enrollando una marihuana, ella me vio y no me dijo nada", recuerda.
Llegaron sus 15 años. Aesa edad decidió ser un joven diferente. Ayudar a los demás era su objetivo, pero la vida le daría un nuevo golpe; la separación de sus padres.
Asegura que se fue a vivir con la abuela y hasta llegó a dormir en la calle. En abril, un mes después de su cumpleaños, decidió cumplir su promesa, tatuarse la cara.
Fueron ocho lágrimas las que se tatuó. Por sus cuatro amigos muertos, por su abuelita que falleció, por la violación de su hermana, por la separación de sus padres y por no poder alcanzar su sueño: ser un cantante de rap
Frente al espejo, miró su rostro y decidió tatuarse, además de las lágrimas y las venas, su seudónimo: "Lagrimitas".




Gioconda dice que la gente lo juzga sin conocerlo. Al ver que tiene tatuada la cara las personas le huyen. Tienen miedo porque piensan que es un ladrón. En noviembre del año pasado, "Lagrimitas"
estaba en una casucha cerca de la gasolinera Coactur con tres amigos. Estaban fumando marihuana y llegó la Policía. Todos fueron llevados hasta la Policía Judicial. Minutos después su madre se acercó para conocer qué estaba pasando. "Míralo a ese, todo tatuado.. Por Dios que donde yo lo veo por la calle a ese "Lagrimitas " soy capaz hasta de pegarle un tiro. De seguro la mamá tiene que ser una prostituta y el padre un fumón o ladrón", dijo uno de los uniformados que había detenido a Kelvin.
A un costado del Policía estaba Gioconda, escuchando como el gendarme se refería a su hijo.
- ¿Qué piensa usted de ese chico señor Policía? -le pregunta.
- Ese tiene que ser un marihuanero, no ve cómo tiene tatuada la cara -le contesta el Policía.
- Para su información ese marihuanero y fumón como usted lo llama es mi hijo y no sé la clase de Policía que es, que discrimina a una persona por su apariencia -le refuta la madre.
- Disculpe señora...
- ¿Perdón, cómo me dijo... señora? Para usted soy una prostituta que no sabe cuidar a su hijo, interrumpe Gioconda. La discusión no pasó a mayores y Kelvin regresó a su casa.
En una de las bancas del parque Mamey, "Lagrimitas" despierta miedo en quienes lo miran. Los pasos van, las voces vienen, pero a él le es indiferente lo que digan o dejen de decir. ¿Borrarse las lágrimas algún día? Jamás. Son su sello, su cédula de identidad, el pasaporte hacia la fama, porque sueña con que en el día menos pensado su música esté por encima de Eminen y todos coreen su nombre en cada rincón del planeta: ¡Lagrimitas!




3 comentarios:

  1. No tengo palabras! Solo se que Dios NO OLVIDA, Nunca verás a un justo sin respuesta ni quedar en sufrimiento.

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  2. Trato de decir que a pesar de que este joven crea que Dios no existe, no es así, Él se da cuenta de lo que acontece en su vida y no está solo como cree! Cuando pides ayuda a quien te creó, Él no duda en extender su mano y SALVARTE.

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  3. Si Valeria, la vida de esta persona, a pesar de tener 16 años, es dura. Su madre es una excelente persona

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